13/10/09

Evolución tecnológica y social Parte 7: Una especie medio espierta

Peter Russel dice que el lenguaje simbólico condujo a otro paso significativo en el desarrollo de la inteligencia humana. Utilizamos el lenguaje no sólo para comunicarnos con los demás, sino tamién dentro de nuestras mentes; es decir, como pensamiento verbal. Gracias al pensamiento hemos podido reflexionar sobre nuestras experiencias y planear nuestro futuro. Además, hemos podido reflexionar sobre el hecho de que somos conscientes. Nos hemos hecho conscientes de la conciencia misma. Hemos empezado a despertar a nuestros mundos internos.

Sin embargo, actualmente sólo estamos medio despiertos a quiénes y a qué somos verdaderamente. Esta toma de conciencia de nosotros mismos trajo consigo un sentido del "yo" individual que observa el mundo y actúa sobre él. Pero ¿qué es exactamente este yo? Parece muy evidente que está allí, pero, como muchos han descubierto, resulta difícil de definir o de fijar.

Cuando se nos pregunta: "¿Quién eres tú?", la mayoría de nosotros respondemos enumerando las distintas cosas con las que nos identificamos: nuestro nombre, nuestras creencias, nuestra ocupación, educación, roles, género, estatus social, personalidad e intereses. Derivamos nuestro sentido de identidad de lo que poseemos o de lo que hacemos en el mundo, de nuestra historia y de nuestras circunstancias. Pero esta indentidad derivada está condicionada y siempre es vulnerable. Siempre está a merced de las circunstancias, y muy pronto sentimos la necesidad de defendernos o de reafirmar nuestro frágil sentido del yo. Nuestra programación de supervivencia básica, diseñada para asegurarnos la supervivencia física, queda usurpada por nuestra supervivencia psicológica, produciendo muchas conductas innecesarias y a menudo disfuncionales.

Además, sólo estamos parcialmente despiertos a nuestras necesidades más prfundas y a cómo satisfacerlas. A la mayoría de nosotros nos gustaría evitar el dolor y el sufrimiento, y encontrar mayor paz y felicidad, pero creemos que nuestros sentimientos dependen de las circunstancias externas. Esto es cierto en algunos casos, como por ejemplo si sufrimos porque pasamos hambre o frío. En el mundo moderno, la mayoría de nosotros podemos satisfacer estas demandas muy fácilmente. Puede ser suficiente con pulsar un interruptor o bajar a la ienda. Pero aplicamos el mismo pensamiento a todos los demás aspectos de la vida. Creemos que si pudiéramos conseguir las cosas o las experiencas adecuadas, fnalmente seríamos felices. Esta es la raíz de la ambición humana, nuestro amor por el dinero, nuestra necesidad de controlar lo que sucede(y a otras personas); es la causa de buena parte de nuestros miedos y ansiedades; nos preocupa si las cosas van a seguir para poder ser felices. Esta manera de pensar también constituye el núcleo de los diversosabusos y malos tratos que damos a nuestro hogar planetario.

La crisis global que ahora afrontamos es, en su raíz, una crisis de conciencia: una crisis nacida del hecho de que tenemos prodigiosos avances tecnológicos pero aún estamos a medio despertar. Nedesitamos despertar a quiénes somos y a lo que realmente queremos.

Es el momento evolutivo en el cual debemos dar paso a la Era de la Sabiduría, cuando despertamos a nuestra verdadera naturaleza, nos sentimos liberados de la dependencia del mundo externo tanto para tener un sentido del yo como para acceder a nuestro bienestar interno. Nos sentimos libres de actuar con más inteligencia y compasión, prestando atención a la necesidad del momento más que a las demandas del ego. Podemos acceder a la sabiduría que reside en lo profundo de nosotros. Éste es el paso siguiente en la evolución de la inteligencia: la transición de la acumulación de conocimientos al desarrollo de la sabiduría.

(Seguir leyendo Parte 8: "El amanecer de la era de la sabiduría")

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